Durante el proceso de la enfermedad del Alzheimer es muy importante mantener a la persona enferma activa, acercándola a diversas actividades que le puedan resultar de interés y manteniendo siempre activas sus funciones en la medida de lo posible.
En la mayoría de casos se suele contar con un cuidador de personas dependientes que vela por el bienestar del paciente, ya que si no existe tal figura las personas con demencia tienden a pasar casi todo el día sin realizar ninguna actividad, con las negativas consecuencia que ello acarrea como el aislamiento social, el aumento de la dependencia, reducción de la calidad de vida, mayor agitación, depresión y apatía, etcétera.
“La falta de actividades puede generar aislamiento social, aumento de dependencia, reducción de la calidad de vida y la aparición de comportamientos negativos”
Beneficios de la realización de actividades
Mantenerse activo y rodearse de actividades que resulten interesantes para la persona dependiente suponen una serie de beneficios que no se deben ignorar.
Son muy importantes mantener el sentido de su personalidad, conectando a la persona consigo misma y haciendo que se sienta ella misma. Esto permite que los roles significativos que tenía la persona antes de la enfermedad se mantengan. De tal manera se fomentan las emociones y sensaciones positivas sobre la persona, llenando su vida de significado y propósitos.
También se derivan una serie de beneficios fisiológicos: ayudamos a mantener la fuerza física, la salud cardiovascular y el equilibrio. Del mismo modo ayuda a la creación de rutinas, manteniendo ciertos patrones diurnos regulares y mejorando así el descanso.
¿Cómo realizar las actividades?
A la hora de escoger las actividades a realizar cogeremos aquellas que ya despertaban el interés de la persona antes de sufrir la enfermedad, así como otro tipo de tareas cotidianas como pueden ser las domésticas.
Es importante recordar que a menudo nos tocará adaptar dichas actividades a las capacidades de la persona en cuestión, ya que el Alzheimer irá deteriorando paulatinamente sus capacidades. Así simplificaremos la actividad, reduciendo la cantidad de repeticiones, eliminando las reglas a seguir o de cualquier otra forma para que la persona pueda realizarla sin problema.
Otro punto importante es trabajar la motivación. Elogiaremos siempre su forma de hacer y animándole a seguir.
Suele ser recomendable aprovechar las capacidades que mantiene la persona así como las actividades que ya conoce, en lugar de tratar de enseñarle cosas nuevas. Trabajando su memoria procedimental (donde se almacenan los conocimientos automatizados) llevan a cabo movimientos automáticos, evitando el estrés generado ante situaciones nuevas.
Así, actividades tan sencillas como pasear al perro, jugar a las cartas, regar las plantas, salir a pasear, andar en bicicleta o ir a comprar el pan pueden hacer que la persona trabaje su noción de sí misma, su vida se llene de significado y al mismo tiempo mantenga su organismo activo. Porque en estos casos de poco sirve pararse, y de mucho seguir avanzando.