Hamburguesas saludables, ¿Es posible?
Cuando pensamos en una hamburguesa, lo primero que nos vine a la mente es un plato grasoso y calórico, típico de las cadenas fast food e inevitablemente ligado a un solo país: Estados Unidos. Pero aunque cueste de creer, todo parece indicar que las primeras hamburguesas como tal no tienen su origen al otro lado del charco, sino que parece que fueron los alemanes, inspirados en un plato tradicional de los tártaros que consistía en carne picada de vacuno cruda y varias especias, más conocido como Steak Tartar, quiénes produjeron las primeras hamburguesas tal y como las conocemos hoy en día en la ciudad de Hamburgo entre los siglos XIX y XX. De hecho, cuando este plato se importó a Estados Unidos se le conocía como “filete estadounidense al estilo hamburgo”. Su receta original se basaba en un filete a la plancha de carne picada de vacuno, entre dos panes y con diversos condimentos como tomate, lechuga, cebolla y todo tipo de salsas.
De fast food a plato gourmet:
Tristemente, el estallido de popularidad de las cadenas fast food en Estados Unidos propició que la hamburguesa fuera identificada como una comida poco saludable y que hacía engordar a la población, sobre todo debido a los condimentos y aceites grasosos con los que se producía en estos establecimientos.
La creciente preocupación de la población por la comida sana ha hecho que este plato con más de 100 años de historia haya evolucionado con el tiempo, adaptándose a los nuevos hábitos alimentarios y necesidades nutricionales de los consumidores.
Gracias al ingenio culinario de algunos chef, en estos últimos años han ido apareciendo cada vez más recetas de hamburguesas producidas con todo tipo de ingredientes, eliminando grasas a través de la utilización de otros métodos de cocción distintos a los originales, con panes de harinas de gran calidad y otro tipo de materia prima con menos colesterol y carga calórica, dando por resultado un producto gourmet que no solo es menos graso, sino que aporta más fibra, vitaminas y minerales.
Algunas de estas hamburguesas son: la hamburguesa de lentejas, apta para el público vegano y con una gran carga de propiedades tales como calcio o vitaminas del complejo B; la hamburguesa de pollo y brócoli, para aquellos amantes de la carne que buscan un sustituto más sano que el vacuno; la hamburguesa de merluza, con los beneficios habituales de un pescado blanco tales como potasio, fósforo, magnesio o zinc; o la hamburguesa de soja, otra receta que prescinde totalmente de la materia prima animal, pero que da por resultado un plato rico y muy nutritivo.
Igual de importante es la hamburguesa en sí, como el condimento que le acompaña, así que es recomendable escoger un pan que no esté producido con harinas refinadas y que lleve alguna mezcla de cereales en su masa. Además, es mejor decantarse por condimentos poco calóricos como vinagretas o salsas suaves y ligeras. El proceso de cocción también es importante, con lo que es recomendable cocinar estas hamburguesas al horno, o incluso a la plancha pero con una gotita de aceite de oliva.
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Como verás, en ocasiones nuestro afán por mantenernos sanos nos hace renunciar a platos simplemente porque pensamos que pueden ser nocivos para nuestra salud. Pero en realidad no es el plato en sí el problema, sino la materia prima y procesos que decidimos utilizar. Porque sí, como has visto en este artículo, una hamburguesa también puede ser un alimento saludable y nutritivo.
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